Textualidad
Podemos decir que lo que hace a un texto de cualquier extensión significativo y coherente es la textualidad. La textualidad es la base para la interdependencia y unidad semántica. Un texto sin esta característica es un grupo de oraciones aisladas, sin ninguna relación entre ellas. Todo texto es una unidad de significado que consta de dos planos o estructuras:
El plano del contenido se refiere a un proceso de pensamiento y lo constituye la organización lógica de las ideas. El segundo plano es la expresión lingüística de ese pensamiento, previamente organizado, a través de oraciones. Tanto la cohesión como la coherencia utilizan mecanismos que entretejen ideas y recursos lingüísticos que nos dan como resultado un escrito en el que se reitera el tema en cuestión, se desarrollan de manera progresiva las ideas y se establecen relaciones entre ellas. El siguiente cuadro ilustra la diferencia entre estas nociones.
COHERENCIA |
COHESIÓN |
Plano del contenido |
Plano de la expresión escrita |
Proceso de pensamiento |
Expresión lingüística |
Estructura profunda |
Estructura superficial |
Organización lógica de ideas |
Expresión lingüística a través de oraciones |
Seguramente con frecuencia has escuchado que la cohesión y la coherencia son características de un buen escrito. Este decir es infalible. Efectivamente, escribir -no solamente con corrección sino con eficiencia- requiere de textos bien formados en los que las partes que los conforman están todas conectadas y encaminadas en una misma dirección. Entender esto es clave para el éxito de lo que escribes. Imagina un rompecabezas. Cada una de sus piezas es importante; si una de ellas falta, el rompecabezas nunca estará completo. Además, al armar el rompecabezas todas las piezas se conectan entre sí a través de la relación que guardan unas con otras. Es decir, una pieza se conecta con otra lejana por medio de la pieza o las piezas entre ellas, de manera que cuando hemos terminado podemos disfrutar el todo. Pero en un rompecabezas no es suficiente que las piezas embonen entre sí, pues en muchos casos, como seguramente te ha sucedido, las piezas pueden embonar físicamente pero no en el nivel de la imagen que construyen. En el rompecabezas, cada una de las piezas, independientemente de su tamaño y forma, es única y contribuye al logro final que deseamos. Es cierto que algunas solamente contribuirán con una pequeña línea apenas perceptible en el todo final, mientras que otras aportarán con más peso en el logro total.
Del mismo modo, en un escrito todas sus partes contribuyen en la construcción de la totalidad, aunque de diferentes maneras y en distintos niveles. Lo que llamamos coherencia y cohesión tiene que ver con esta conectividad de las partes que hace que el todo se sostenga como unidad. Así, en el nivel más superficial, la acentuación y la ortografía colaborarán en este sentido. La puntuación y los recursos gramaticales harán también lo suyo. Y, a niveles más profundos, los recursos léxicos y discursivos aportarán, a través de relaciones de significado, una buena dosis de unidad.
¿Por qué la cohesión y la coherencia constituyen una característica de un escrito eficiente? Un lector de un texto bien formado recuperará, desde distintos niveles y recursos, información que le permitirá construir, a medida que avanza en su lectura, una totalidad en la que sus partes todas se conectan y se orientan en la misma dirección. En cambio, el lector de un texto con problemas de cohesión y coherencia –muchos o pocos, pequeños o grandes- se verá obligado a detener su lectura y redefinir la orientación de la información que se le presenta y organizarla hacia el logro de una unidad total. Este lector estará haciendo, como ves, el trabajo del escritor.
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